Navegar...

Y un día el viento dejó de soplar en aquella dirección. Ya las olas no golpeaban con tanta firmeza, aunque la fuerza estaba en algún lugar, las prioridades cambiaron con el tiempo, y la pasión se guardó intacta en el alma, como una vieja leyenda, esperando salir cada vez que requiera ser contada... Hasta digamos, puede crecer sin que uno se de cuenta, puede ser más y más a cada momento, incluso hasta cuando se deja de hacer algo. Hundirse en el mar, soñar, dandote cuenta que no hay modo de volver atrás, pues cada vez te sumerges más y por más que intentes respirar, disminuye el oxígeno en las profundidades. Y aquí deformas la situación: te equivocas al querer salir por donde entraste, sin darte cuenta que lo que fue no puede cambiarse, pero si lo que vendrá. Si se cerró una puerta, no trates de abrirla, busca otra que te lleve al mismo lugar. Nunca hay una única manera de hacer las cosas, si el viento soplara en vertical, navegar sería distinto. Claro que eso es una locura: ¿viento en vertical? ¿como es que se me ocurren estas ideas?, con razón me pasan cosas así. Pero bueno, estas preguntas tampoco ayudan mucho a uno, replantearse las cosas quizás si... Quizás si imaginamos, no perdón... Quizás si concretamos todo aquello que deseamos, no perdón nuevamente... Quizás si intentamos concretar todo aquello que deseamos, quizás no podamos con todo, pero intentarlo es mejor que darse vuelta y poner las manos contra el muro, entregar el alma para que sea tomada por el vacío. Que más da, me lanzo a navegar, algún día volveré, pero primero antes de partir, dejo mis mapas y borro las rutas, para que aún así nadie pueda enviarmelas, para recorrer el camino, buscar aquella otra puerta de la que hablo, aquella salida que no sea un escape, sino una nueva oportunidad...